Muchas veces escuchamos que el estrés en general es negativo, que es algo que nos perjudica y que pone en riesgo nuestra salud. Hemos adoptado la idea de que el estrés es malo por sí mismo. Pero, aunque estas ideas y hechos tienen su parte de razón y fundamento. No necesariamente todas la ocasiones que hemos tenido estrés han sido malas, en muchas ocasiones hemos podido salir avante de las mismas y nos han brindado aprendizajes que enriquecen nuestra experiencia. 

Afortunadamente en el deporte hemos visto cómo los y las deportistas, hacen frente a situaciones de muy alta presión, tales como finales de campeonatos y logran dar rendimientos asombrosos o espectaculares fuera de todo pronóstico. La psicología del deporte, ha desarrollado estrategias y técnicas para hacer frente de una manera más adecuada al estrés.

Por ejemplo, cuando estamos en una competición que es muy importante para nosotros (puede ser de tipo regional, nacional o internacional)  y si es la primera vez que participamos en un evento de esas características, nos obligamos a conseguir resultados, que en sí mismo no tiene nada de malo. Sin embargo si la obligación que nos imponemos es demasiado alta y si creemos que el no conseguir los resultados se asocia con ser mediocre. Entonces comenzamos a percibir el evento como una amenaza (ya que no nos creemos con la capacidad para hacer frente a esa demanda) y empieza en nosotros un proceso de estrés. Comenzamos a sentir “nervios” (nos sudan las manos, respiramos más rápido, aumenta la frecuencia cardíaca, las manos se ponen frías, sentimos mariposas en el estómago, tenemos tensión muscular en los hombros, nos llega a doler la cabeza, etc.) y al percibir estas sensaciones nos damos cuenta ya estamos “estresados”, y si tenemos la creencia de que el estrés es malo, pues entonces es muy probable que nos perjudique. ¿Cómo puedo afrontar exitosamente una competición si lo que estoy sintiendo considero que es malo y no puedo hacer nada frente a ello? Evidentemente no significa que siempre se compita mal, pero aumenta nuestras probabilidades a no competir como nos gustaría y con muchas posibilidades para tener un bajo rendimiento. 

Es cierto que mientras más importante sea una competición, es más probable tener una respuesta de estrés más elevada. también es cierto que si no se controla el estrés, no solo nos hará sentir mal sino que perjudica nuestro rendimiento. Además es conveniente que no se presente frecuentemente para evitar que debilite nuestro sistema inmunológico y nos genere problemas de salud.

Es por ello que surge la pregunta ¿el estrés me puede ayudar para mejorar mi rendimiento?

La respuesta es SÍ, pero hay que saber cómo aprovecharlo. Hay que recordar que el estrés es un proceso motivacional defensivo, que nos prepara física y psicológicamente para hacer frente a las amenazas ya que nos ayuda a movilizar los recursos para solucionar las demandas del ambiente. El proceso de estrés no es malo en sí, ya que nos ha permitido sobrevivir de manera efectiva como especie. Entonces para aprovechar el estrés a nuestro favor es conveniente percibirlo de otra manera, de una manera realista:

  1. Piensa que es algo natural, Todos y todas en algún momento lo hemos sentido y no eres la excepción, en diversas investigaciones se ha demostrado que hay un incremento del cortisol (una hormona relacionada con el estrés) los días previos a una competición incrementando en el día de la misma . Además para una competición es conveniente que física y psicológicamente nos preparemos con más energía, concentración, fuerza, velocidad y agilidad. Los deportistas de alto nivel o más experimentados, ven el proceso de estrés como algo natural que les ayuda, además que llega a gustarles esa sensación en una competición e incluso se llegan a habituar al estrés. No llegan a tener niveles elevados de estrés como los deportistas novatos o de bajo nivel.  Esto último se ha visto en una investigación de Strahler y colaboradores en el 2010 con artistas marciales de alto nivel, los resultados mostraron que no hubo incrementos significativos en el cortisol, en los días más cercanos a la competición y en la misma, siendo similar a los resultados encontrados por MacDonald y Wetherell en el 2019 con remeros de élite,  que los niveles de cortisol en competición no fueron mayores a comparación de la etapa de entrenamiento. es decir hay una adaptación y habituación al proceso de estrés gracias a la constante participación de situaciones de evaluación. Piensalo, si lo ves como algo natural y que se puede controlar, ya no es tan amenazante y puedes sacar provecho de ello. 
  2. Dale la vuelta y centrate que es un reto. Plantéate objetivos y metas que te permitan crecer como deportista y el reto es poder conseguirlos, así como se consiguen metas y logros en los entrenamientos. Si lo analizas objetivamente, te darás cuenta que la competición es una oportunidad para poner a prueba tus habilidades, con el reto de conseguir tus metas en un contexto diferente al acostumbrado como es el entrenamiento. De esta manera ver las situaciones de evaluación como un reto te permitirá considerar la situación como algo importante pero que no llega a convertirse en una amenaza.
  3. Enfócate en lo que puedas controlar. Analicemos con calma, ¿realmente puedes controlar todo en una competición? la respuesta es un NO rotundo, no importa como te pongas, si mas o menos exigente. No puedes controlarlo todo y no pasa nada. Hay multitud de variables que influyen en un resultado deportivo. Siéntate con tu entrenador o entrenadora y revisa los aspectos que sí puedes controlar, tales como la dosificación de tu esfuerzo, tu habilidad y técnica que desarrollaste entrenando, las jugadas tácticas y la estrategia con las que competiras, tu alimentación, descanso, comportamiento, etc. Habla con tus compañeros o equipo y coordina como pretenden desenvolverse en la competición, piensen qué situaciones se pueden presentar para resolver y preparen planes que se pueden entrenar previamente. Además, la preparación de uno o varios planes de futuras problemáticas, permite pensar en soluciones y a su vez, prepara para improvisar ante situaciones nuevas y no quedarse paralizado. 
  4. Visualiza previamente a la competición. Visualiza tu rutina o ejecución deportiva, como la quieres llevar a cabo en competición, emplea todos tu sentidos para tener una experiencia lo más vívida posible. Además, visualiza centrandote en la tarea o ejecución, más que en el resultado. recuerda que es tu propio rendimiento lo que sí puedes controlar, de esta manera tu atención y concentración se dirigen a tu competición, aumentando la posibilidad de lograr tus metas y disminuyendo la percepción de amenaza.

No es fácil sacar provecho del estrés, pero tampoco es imposible. Sólo hay que cambiar la perspectiva, pero para eso también hay que entrenarlo. No es justo que no puedas disfrutar plenamente del deporte que has elegido, piensa en estas ideas, reflexiona  y saca el máximo provecho a tu favor.

Referencias

Strahler, K., Eherlenspiel, F., Heene, M. y Brand, R. (2010). Competitive anxiety and cortisol awakening response in the week leading up to a competition. Psychology of Sport and Exercise, 11(2), 148-154.

MacDonald, D. y Wetherell, M.A. (2019). Competition Stress Leads to a Blunting of the Cortisol Awakening Response in Elite Rowers. Frontiers in Psychology, 10, 1684. doi: 10.3389 / fpsyg.2019.01684